Del 16 de Septiembre de 1821, después de ganar su independencia de España, México se convirtió en un Estado-Nación. Para modelos, tenía los de Francia y Estados Unidos. La revolución más significativa para México fue, por supuesto, la de su vecino Estados Unidos, debido a que había derrocado el yugo colonial de Gran Bretaña. Los mexicanos habían sido oprimidos por España durante los últimos trescientos años. Los revolucionarios mexicanos no previeron las dificultades que tendría la adopción de una identidad nacional.
A lo largo de su historia, México ha compartido más de 3 mil kilómetros de frontera con su vecino del norte, Estados Unidos de América. En 1846, estos dos países fueron a la guerra por la posesión de Texas. Dos años más tarde, la guerra terminó con la firma del convenio en el que México le cedió la mitad de su territorio. Desde entonces, las relaciones a través de nuestra frontera con los Estados Unidos han sido bastante tensas.
Últimamente, los Estados Unidos han construido un muro de hormigón a lo largo de la frontera, vigilando su lado con guardias armados, cuyo objetivo es detener a los mexicanos y otros latinos de una invasión ilegal. Este muro separa dos estados, dos culturas y dos banderas.
En los últimos treinta años, el número de residentes estadounidenses con antepasados mexicanos se triplicó, de 4.5 a 17 millones. Muchos de ellos han sido indocumentados y apátridas, por lo tanto, van forjando su propia identidad en el espacio transnacional entre países.
Mientras lo hacían, tanto la Ciudad de México como Washington habían renunciado a tratar de regular lo que las empresas cruzaban en la frontera, optando por dejar que las fuerzas del mercado lo hicieran, en este caso el TLCAN o Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Aparte de esto, está el comercio privado en las zonas fronterizas que ni el gobierno ha sido capaz de regular. La actividad comercial de drogas, armas y más recientemente la carne humana (prostitución), que parece ser tan lucrativo como las drogas pero que sigue sin mencionarse y ha causado que Hillary Clinton, Secretaria de Estado de los Estados Unidos declarara lo siguiente: “Nuestra insaciable demanda de drogas alimenta el tráfico de drogas. Nuestra incapacidad para evitar que las armas de contrabando sigan atravesando nuestra frontera para armar a criminales provoca la muerte de policías, soldados y civiles en México”.
A medida que nuestro pasado pareciera habernos unido indisolublemente con los Estados Unidos, nuestro futuro también nos puede unir a ellos.
Escrito por Alex Gómez para Caras de México. Para leer más artículos analizando la identidad mexicana, haz clic aquí.