Hace un tiempo, un compañero de trabajo mexicano, me preguntó: ¿qué imagen visual se te venía a la mente cuando, sin conocernos, escuchabas la palabra “mexicano”?
Le respondí, que me imaginaba un hombre moreno, de bigotes gruesos, de mediana estatura, fornido, con una camisa con dibujos de gallos, herraduras o caballos en la espalda, jeans, tomados con un cinturón piteado y una botas vaqueras, coronado por un sombrero texano…
El tiempo ha pasado y ese estereotipo ha cambiado. Diversidad y diferencia es la clave, así como lo es en mi país… Un México de muchos tacos, quesadillas, tamales y atoles; hermosas playas, rodeadas de llamativas palmeras, conceptos de forma, dirían algunos, pero ¿acaso la forma no refleja un contenido?
Esa diversidad de culturas originarias, esa distinción de lo propio y de lo foráneo se vive y respira en México, un país que poco a poco avanza y que como todos, llegará a sus metas establecidas.
Un país ameno con el foráneo y una puerta de entrada a una Latinoamérica, llamada incivilizada por algunos y de orgullo para nosotros. Una Latinoamérica morena, que soportando los embates de la modernidad, dice presente en demostrar lo que es una identidad propia, que soporta la preferencia por lo ajeno y que eternamente dirá presente en los que somos: ¡Latinos a mucha honra!
Escrito por el autor Patagonia para Caras de México. Para más información y otros artículos, entrevistas, videos, fotografías y eventos examinando la identidad mexicana, haz clic aquí.