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Sonora y su emergencia

Desde principios de agosto, Sonora es la capital de la crisis sanitaria: el derrame de cuarenta mil metros cúbicos de ácido sulfúrico y otros metales pesados como mercurio, magnesio, cianuro, cadmio y cobre han puesto en riesgo la vida de miles de habitantes en dicha entidad federativa. ¿El motivo? Un “descuido” de la Mina Buenavista del Cobre.

No es un secreto para nadie. Los metales pesados que se derramaron en el Río Bacanuchi y el Río Sonora, así como en la presa que surte de agua a todo Hermosillo y a otros 5 municipios, no pueden ser metabolizados por el cuerpo humano y, por consecuencia, sus efectos pueden llegar a ser mortales.

Este caso es sumamente grave desde cualquier perspectiva por donde se vea. Los metales tóxicos que la minera derramó en el agua son absorbidos por el hígado, los riñones, los huesos y la piel. Esto desata otros síntomas como úlceras, problemas gastrointestinales, taquicardia, insuficiencia renal y muchos otros hasta desencadenar en la muerte. Una muerte lenta, dolorosa y sumamente cara (cuando se tiene el recurso para atenderse con médicos privados).

Sin duda, esta debe ser una de las mayores crisis de salud pública causada por la minería en México. El desastre natural causado por la contaminación del agua no tiene precedentes y Sonora (al igual que cualquier otro estado minero del país) no está preparada para intervenir con especialistas ante el riesgo sanitario de intoxicación con metales pesados.

Actualmente existe un proceso penal en el que las autoridades exigen una multa de al menos $40 millones de pesos, así como la obligación de reparar los daños y compensar a los afectados. Seguramente el dinero se cubrirá sin problema, pero el impacto al medio ambiente y a los intoxicados no podrá ser reversible en el corto ni en el mediano plazo.

Juan José Guerra Abud, Secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), ha calificado este desastre natural como el peor de la industria minera del país y no es para menos, puesto que este incidente está afectando a más de 24 mil personas.

Seguramente en otro país, con otro gobierno y otra visión de empresarios, este lamentable suceso habría hecho eco en las instancias pertinentes para ejecutar acciones inmediatas tratando de infringir el menor daño posible al medio ambiente y, sobretodo, para evitar repetirlo... pero estamos en México, el país en el que no pasa nada y/o que carece de memoria:

A principios de la semana pasada, un tren cargado con 240 toneladas de ácido sulfúrico se descarriló y volcó a escasos metros del Río Santa Cruz en Nogales, Sonora. Aunque Protección Civil aseguró que no hubo ningún tipo de derrame, estos residuos tóxicos provenían de la Minera Grupo México, sí, los dueños de la Mina Buenavista del Cobre.

A pesar de estos desastres ambientales, la minera no puede ser cerrada, ni siquiera clausurada temporalmente. Sólo se puede acordonar el área donde se desbordaron los residuos y únicamente la Secretaría de Energía (SENER) puede retirar la concesión. ¿La excusa? Guerra Abud dijo que no puede frenarse la actividad económica y el país tiene que crecer, mientras que Idelfonso Guajardo, Secretario de Energía, considera que lo relevante es la compensación económica a los afectados.

Es verdad, la empresa da empleo a 2 mil trabajadores, pero ¿que acaso este tipo de declaraciones, en otras palabras, no significan que lo importante no es castigar al homicida, sino indemnizar a los afectados? Ya lo veremos.

Escrito para Caras de México por Jorge Chávez, Editor Senior en Mijo! Brands de México.

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