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La juventud latinoamericana

Recientemente, el Banco Mundial y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) dieron a conocer algunas cifras escalofriantes respecto a la juventud que habita en Latinoamérica. Por ejemplo, señalan que:
• El 70 % de los jóvenes “ninis” (que ni estudian, ni trabajan) son mujeres.
• El 30 % de ellas están casadas y un alto porcentaje no cuenta con acceso a anticonceptivos.
• El 20 % se hicieron madres durante su adolescencia (pero consta que cuando son madres después de los 20 años, tienen menos posibilidades de caer en la pobreza).

De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), actualmente existen en América Latina más de 108 millones de personas entre los 15 y los 24 años de edad, de los cuales:
• 37.4 millones solo estudia
• 35.2 millones solo trabaja
• 13.4 millones estudia y trabaja
• 21.7 millones son “ninis”

Por su parte, la CEPAL estima que:
• El 40.4 % de los jóvenes latinoamericanos viven en situación de pobreza
• El 10.1 % en pobreza extrema o indigencia
• El 30.3 % en pobreza

Pero el fenómeno “nini” se extiende con diversos niveles de gravedad a lo largo de toda la región:
• El 54.0 % se ocupa en labores domésticas (siete de cada diez son mujeres)
• El 21.3 % está inactivo
• El 16.6 % lo han cesado de su puesto de trabajo
• El 8.1 % busca trabajo por primera vez

Existe una preocupación creciente por los jóvenes de la región que están quedando al margen de dos instituciones fundamentales para la inclusión social: la educación y el empleo. La CEPAL llama a superar este estigma creado en torno a la mal denominada “generación nini” porque se ocultan condiciones y no se comprende completamente la diversidad de situaciones que aquejan a estos jóvenes.

Recomendaciones generales:

1. Desarrollar estrategias desde los propios sistemas educativos para mejorar la inclusión de estos jóvenes.

2. Implementar iniciativas de formación más flexibles, que respeten las dinámicas económicas y familiares de los jóvenes e incluyan a personas con discapacidad.

3. Estrechar los vínculos entre educación y mercado laboral, y contar con políticas que aborden las exigencias en materia de cuidado y/o de labores domésticas con una perspectiva de género.

4. Ampliar los enfoques de los formatos educativos interculturales para incorporar las experiencias de los pueblos, sus historias, conocimientos, técnicas y medios de transmisión. 

La tarea que tenemos por delante, como vemos, es para comenzar a hacerla desde ya, siempre en busca de una mejora para nuestro núcleo social.

Escrito para Caras de México por Jorge Chávez, Editor Senior en Mijo! Brands de México.

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