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¿Votar o no votar?

Hoy en día, la sociedad mexicana experimenta un nivel de hartazgo sin precedentes contra la clase política y los partidos a los que pertenecen.

Con respecto a las elecciones intermedias que se llevarán a cabo el próximo domingo 7 de junio de 2015, algunos líderes sociales como Javier Sicilia o el sacerdote Alejandro Solalinde se han pronunciado a favor de no acudir a las urnas como símbolo de protesta. 

Sin embargo, votar nulo es seguir haciéndole el favor a los grandes partidos políticos que existen en el país. De acuerdo con la nueva legislación electoral, el emitir el voto de esta manera o abstenerse, no solo significa que realmente no estás protestando, sino que se termina legitimando al sistema político actual.

¿Cómo es esto posible? El activista Oscar Mondragón hizo un recuento de cómo en la elección presidencial de 2006, cuando el PRI aún no figuraba como potencial ganador, demostró que tenía al menos 9 millones de “votos duros”, es decir, una maquinaria de votos comprados o movilizados a través de los sindicatos y el clientelismo, aparato que forjó de manera muy hábil durante los 70 años que estuvo en el poder.

Si a eso le sumamos la alianza que tiene con el Partido Verde Ecologista de México (cuyo historial tampoco es para admirarse) y la mancuerna casi garantizada (con respecto a las privatizaciones), que tiene con el Partido Acción Nacional, entonces estamos hablando de que si las personas inconformes no acuden a las urnas o anulan su voto en plena casilla, el séquito priísta seguirá siendo el principal beneficiado.

Y es que en México no existe una legislación que haga del voto nulo o del abstencionismo un mecanismo de castigo. Dicho en otras palabras, si en el país se llevaran a cabo elecciones en las que únicamente votara una sola persona, entonces habría un ganador. Esta es la razón por la que a los políticos con ventaja en movilización de votos realmente no les preocupa este intento de protesta con valor meramente simbólico.

Hablando de simbolismos, solo hace falta recordar que al gobierno en turno eso no lo hará cambiar de actitud. De hecho, aún después de las protestas por Ayotzinapa, de los escándalos de corrupción destapados por las millonarias propiedades en Las Lomas de Chapultepec o en Malinalco, de las notas publicadas en medios internacionales sobre el “Mexican Moment” que poco a poco está muriendo y del nivel de aprobación de nuestro presidente (significativamente a la baja); han demostrado incansablemente la poca importancia que le dan a la opinión pública.

Entonces, ¿qué hacer para detener toda esta catástrofe sociopolítica? La emisión de un voto práctico sería lo ideal y más importante. Para lograrlo, los ciudadanos tienen que estudiar cabalmente al candidato que se lo otorgarán puesto que hoy ya no se trata de votar por convicción ideológica, sino por emprender una especie de “castigo” práctico.

Así que el dilema entre votar o no votar ha sido resuelto. En junio próximo veremos realmente qué tan harta está nuestra sociedad o no.

Escrito para Caras de México por Jorge Chávez, Editor Senior en Mijo! Brands de México.

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