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La quiebra de Banco Bicentenario

Hacía dos décadas que no escuchábamos una noticia de este calibre en México: “Las autoridades financieras cancelaron el permiso de operación del Banco Bicentenario e inmediatamente iniciaron un proceso de liquidación de sus activos”.

Aunque es el primer banco que quiebra desde la fuerte crisis de 1994-95, contrario a lo que pudiera pensarse, resulta ser una buena noticia en el sentido de que las diversas autoridades inmiscuidas han aplicado la ley como es su obligación ante los malos números de esta institución.

A raíz de esto, en el escenario económico del país, se mantiene encendida la señal de alarma pero la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) insiste en que el sistema financiero se encuentra sano y opera sin problemas.

A ciencia cierta, el Banco Bicentenario era una institución pequeña que contaba con apenas cuatro sucursales, cuyo principal enfoque era un nicho de mercado: Microempresas de comercio exterior. Su participación era apenas del 0.15% en el movimiento de recursos de la banca comercial a nivel nacional, por lo que, de acuerdo con los especialistas y a su tamaño, no implica un riesgo para el sistema financiero en su conjunto.

Sin embargo, es muy probable que si se hubiera tratado de uno de los bancos más grandes del país, la historia habría sido muy diferente y quizá pudiéramos estar hablando de un rescate bajo la excusa de “proteger” al sistema y a los ahorradores de la banca (aunque realmente casi todos alcanzan a estar protegidos por el Instituto para la Protección al Ahorro Bancario -IPAB-)... por lo que, tristemente, el rescate hubiera estado enfocado en los banqueros exclusivamente).

Y es que las cúpulas financieras alrededor del mundo son tan poderosas que cada vez que entran en problemas amenazan a los gobernantes diciéndoles que si no los rescatan, se irán a Juicio Universal (aquel en el que la finalidad es conceder, repartir o asignar la totalidad de los bienes que constituyen el patrimonio de una persona a quiénes tengan derechos sobre ellos). Entonces, no hay político que soporte la idea de ser señalado como el responsable de una crisis y terminan cediendo ante la presión.

Es por esto que la quiebra de Banco Bicentenario representa un avance positivo, pues aunque se trate de una institución pequeña, abre la esperanza para que en el futuro, los reguladores sigan actuando conforme a la ley sin importar el tamaño, historia e impacto del banco que se encuentre en apuros. Así pues, el principal mensaje que se ha emitido hacia las instituciones de crédito es que deben ser más responsables en la administración de sus operaciones o, de lo contrario, deberán asumir las consecuencias.

Entonces la lección aprendida (con castigo incluido) es para los accionistas de este banco en quiebra que se verán obligados a perder su negocio. Anteriormente, en otras circunstancias y épocas, ellos conservaban sus inversiones y los clientes eran los perjudicados al tener que enfrentar una red burocrática impenetrable para tratar de recuperar una parte de su dinero.

Sólo esperamos que en el indeseable caso de que se propague una crisis bancaria mayor en México, se mida con la misma vara legal a todos los bancos y que la política quede fuera, pues las pérdidas y sus consecuencias deben ser de particulares y no públicas.

Escrito para Caras de México por Jorge Chávez, Editor Senior en Mijo! Brands de México.

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