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La mala distribución de la riqueza en el mundo

La creciente desigualdad económica en el mundo es abrumadora: 85 millonarios poseen lo que 3,500 millones de pobres. Traducido a otros números, casi la mitad de la riqueza mundial está en manos de un insignificante 1% y la otra mitad se reparte entre el 99% restante.

Estas cifras las dio a conocer Intermón Oxfam, una organización no gubernamental que acudió al Foro Económico Mundial de Davos para denunciar ante los líderes mundiales que se “tomen medidas urgentes para reducir la desigualdad que corroe los sistemas democráticos y que beneficia a unos pocos en detrimento de la mayoría”.

En el documento que presentaron afirman que “las élites económicas están secuestrando el poder político para manipular las reglas del juego económico, lo que socava la democracia y crea un mundo en el que las 85 personas más adineradas poseen una riqueza igual a la de la mitad más pobre de la población mundial”.

No es necesario que el Foro Económico Mundial dictamine que esta desigualdad supone un grave riesgo para el progreso de la humanidad cuando los simples números hablan por sí mismos y moralmente es cuestionable... Lo que es necesario es que se pongan cartas en el asunto de inmediato.

Y es que si la desigualdad económica extrema no se controla a tiempo, sus consecuencias podrían ser irreversibles. Por ejemplo, cuando la riqueza secuestra la elaboración de las políticas gubernamentales, las leyes tienden a favorecer a los ricos a costa de todos los demás (cualquier parecido con nuestra realidad en México es mera coincidencia).

El resultado es la desaparición de la igualdad de oportunidades y la consecuente destrucción de la cohesión social. A menos que se adopten soluciones valientes y valerosas que pongan fin a la influencia de la riqueza en la política, los gobiernos seguirán trabajando a favor de los intereses de los ricos y la brecha entre los pobres y los millonarios seguirá creciendo.

La magnitud del incremento de la concentración de la riqueza, la monopolización de oportunidades y la inequidad en la representación política propician la creación de una grave tendencia que se podría traducir en la intensificación de las tensiones sociales aumentando el riesgo de una ruptura.

Y no es para menos que los sondeos realizados por Oxfam reflejen que la mayoría de la población asuma que las leyes y normativas actuales estén concebidas para beneficiar a los más ricos: Las élites mundiales son cada vez más ricas y a pesar de ello, la mayor parte de la población mundial se ha visto excluida de esta prosperidad.

Mientras las acciones y beneficios de las empresas alcanzan nuevos récords, los salarios como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) se han estancado. Además, las políticas de austeridad están perjudicando en mayor medida a las personas pobres pero enriqueciendo aún más a las ricas.

Ya lo dijo Franklin D. Roosevelt: "La prueba de nuestro progreso no consiste en que aquellos que tienen mucho tengan más, sino en aquellos que tienen demasiado poco tengan más". La desigualdad extrema no es inevitable y puede y debe revertirse lo antes posible.

Escrito por Jorge Chávez para Caras de México. 

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