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Los desafíos de la seguridad pública

La violencia que se padece actualmente en la población mexicana se traduce en un grandísimo problema de seguridad pública, tanto por la dimensión que ha adquirido, como por los efectos emocionales que ocasiona.

Entre las múltiples formas de violencia que se presentan, una de las que más dañan a la sociedad es el narcotráfico. En primera instancia, por el terrible envenenamiento que sufren aquellos desdichados que han caído en las garras de la drogadicción y en segundo término, por los enfrentamientos armados que se han vuelto el pan nuestro de cada día en nuestras calles, llevándose a gente inocente entre sus arrebatos.

El todavía gobierno encabezado por Felipe Calderón Hinojosa, inició hace seis años una intensa batalla en contra de los cárteles que aún parecen ser inmunes a las diversas capturas y bajas que se han realizado de los principales cabecillas. Esta postura tomada por el Gobierno Federal ha generado posturas a favor y en contra y no es para menos. Cifras oficiales indican que más de 60 mil muertos se han producido gracias a esta denominada “guerra contra el narcotráfico” y personalmente considero que esa cifra es inexacta e incluso se queda corta ante la realidad.

El Lunes de la semana pasada ocurrió en Puerto Vallarta un hecho lamentable para todos los que vivimos en este destino turístico. El recientemente nombrado Director de Seguridad Ciudadana, Roberto Rodríguez Preciado, sufrió un atentado del que resultó ileso tras haber sido atacado por sujetos desconocidos aventándole una granada al interior del vehículo en el que viajaba. Tras ver las fotografías y videos del incidente, la pregunta acerca de cómo fue que logró salir sin un sólo rasguño queda en el aire.   

Este lamentable suceso ocurre en un momento crítico para nuestro destino. Por un lado, ese mismo Lunes arribó a la API el Crucero Zaandam, que en un hecho histórico, pernoctó finalmente dos noches luego de poner en tela de juicio si arribaría o no tras conocer el lamentable suceso.

Por otro lado, la temporada alta (que para muchos de nosotros marca el inicio de una vida económica menos accidentada) está a punto de comenzar y sucesos como éste, vienen a sembrar dudas entre los turistas para decidir si visitan o no a Puerto Vallarta durante el invierno.

Y para hacerlo todavía más tenso, sucedió durante la semana en que la Society of American Travel Writers (SATW) tenía agendado su congreso y el temor de que la Sociedad Americana de Escritores de Viajes hiciera eco de estos acontecimientos en sus países de origen, estaba a la orden del día.     

Y es que directa o indirectamente, todos en esta ciudad dependemos del turismo, de la demanda favorable que haya en hoteles, restaurantes, tours y demás actividades que al final de cuentas activan la economía de este puerto.

Es sumamente complicado pensar y/o proponer una solución de tajo a todo este esquema que se ha impregnado tan fuertemente en nuestra sociedad. Algunos aseguran que para derrotar finalmente al narcotráfico es necesario no rendirse en esta guerra y otros más afirman que estableciendo programas sociales verdaderamente eficaces para erradicar las adicciones hará que no haya demanda y por lo tanto, la oferta desaparecerá.

La situación es complicada porque nuestro trabajo y el sustento de nuestras familias depende exclusivamente de la industria turística. No somos una ciudad cosmopolita en la que se pueden concentrar otras industrias y salir adelante. La nuestra, es una historia que depende de los visitantes extranjeros y nacionales que únicamente vienen con la mentalidad de pasar unos días alejados de los problemas.

Como sociedad (incluidas todas las instancias de gobierno, cámaras de comercio, empresarios, ciudadanos y hasta los mismos lastres), necesitamos entender que todo lo que hagamos en beneficio o perjuicio de nuestra ciudad, tarde o temprano se reflejará en nuestros bolsillos y cuando se trata de dineros, a nadie le gusta que nos los toquen.

Escrito por Jorge Chávez para Caras de México. 

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