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Ni de aquí ni de allá

Muchos al leer el título de mi artículo pensarán que soy una de esas personas que olvidan sus raíces y tratan de ocultar su descendencia mexicana o tratan de aparentar que no pertenecen a ningún país. Yo no. Me siento y siempre me he sentido orgullosa de ser mexicana, de haber nacido y crecido en México y de haber tenido la oportunidad de regresar a mi país. Pero es eso, el regreso a mi país, es una de las experiencias más duras que he tenido que afrontar al sentirme ni de aquí ni de allá.

Mi historia comienza al decidir aventurarme a vivir en Alemania, después de haber regresado de un viaje por varios países de Europa, fascinada por la cultura europea,  la Segunda Guerra Mundial y no voy a negarlo, los hombres europeos.

Al contrario de lo que muchos pudieran pensar, al principio no sufrí lo que muchos llaman "Shock Cultural" , claro que hubo miles de cosas que me dejaban con los ojos abiertos o tantas normas y leyes que debía seguir, ¡hasta cómo llevar a un niño en una carriola! o el tener que separar mi cajetilla de  cigarros y tirarla en 4 diferentes botes de basura. Creo que hubo varias cosas que en vez de asustarme me hicieron reír y al paso de los años, reflexionar.

Lo que si extrañé desde el principio fue la espontaneidad de las relaciones entre familiares y amigos, esa espontaneidad que nos caracteriza como mexicanos, el poder llegar a casa de alguien sin tener que tener "previa cita" o haber sido invitado. Y otra cosa que nunca pude dejar de extrañar fue la comida, esos tacos al pastor saliendo de ir a bailar o esa barbacoa los domingos, fueron sabores que extrañaba a diario.

Para hacer mi historia corta, acabé en Suiza, unos de los países más desarrollados y con más reglas del mundo. Se acuerdan de  mi fascinación por los hombres europeos, pues eso y un súper trabajo fueron los motivos que me orillaron a irme a Suiza y quedarme por casi 15 años. Mis primeros meses en Suiza, si fueron un poco más difíciles, no sé si porque me movía en otro mundo, en el que tenía que demostrarles a todos que estaban equivocados sobre la idea que tenían de los mexicanos. Tristemente, tuve que escuchar comentarios como "Aquí no existe el ahorita", "Aquí se hacen las cosas bien desde el principio", "Aquí se respetan las leyes", etc..., no lo voy a negar, esos comentarios dolían y me hacían cuestionarme lo que realmente es ser mexicano.

Creo que el tratar de callarles la boca, hacerles olvidar esos clichés y mi afán de integración, fueron los motivos por los cuales me hicieron cambiar. Pero nunca negué la cruz de mi parroquia, era la primera que se alegraba de ver jugar a la selección mexicana (aunque odio el futbol) portando con orgullo mi camiseta de la selección, la que se enojaba cuando servían "comida mexicana" y me daban de esas tortillas duras y la que se enorgullecía cuando la gente visitaba México y quedaban encantados.

Y sí, lo acepto, cambié, pero no cambié quien soy ni mis raíces, cambié mi manera de actuar y de respetar, hasta volverme una mexicana exitosa en el trabajo, que todos respetaban por mi muestra de responsabilidad y por haberme integrado tan pronto a una sociedad tan difícil. Una de las actitudes de los europeos que más me molestaban al principio, era la indiferencia a los demás, sentía a veces que si me caía muerta en el metro me iban sólo a saltar e ignorar, pero aprendí que (aunque yo exagero un poco con eso de caerme muerta) lejos de ser indiferentes, son respetuosos del prójimo y las ideas de cada persona, pero esto nunca lo vi así hasta que regresé a mi país.

Este cambio, en mi manera de actuar, respetar  las reglas y la opinión e ideas de los demás, son las razones, creo yo, por la cuales me ha costado tanto trabajo sentirme de nuevo mexicana de regreso en mi propio país.

De regreso a México sufrí, lo que nunca sufrí estando el extranjero, un "Schock Cultural a la inversa", como muchos lo llaman. ¿Qué fue lo que me hizo sentirme así?, se preguntarán… Bueno, el regresar a Vallarta, un destino turístico, no me ayudó en mucho, el ser de tez blanca, lejos de ayudarme me hizo sentir más extranjera que nunca. Cuando todos me hablaban en inglés, tratando de venderme un tour o un tiempo compartido y se asombraban cuando les contestaba en Español "SOY MEXICANA".  El que todos trataban de "verme la cara" porque pensaban que era "gringa", el que la gente se riera de mí porque regresaba mi carrito de compras a su lugar, el que nadie creía que fuera "mexicana" en las enumeradas veces que tuve que escuchar "Tú no eres mexicana", eres demasiado responsable para serlo, por mencionar algunas razones. ¿Eran mi muestra de respeto y responsabilidad lo que me había hecho perder mi identidad mexicana? ¿Era el respetar las leyes de tránsito y no tirar basura en las calles las razones por las que había dejado de ser mexicana?

Otra de las razones por la cual se me hizo tan difícil volver a mi propio país es la envidia que caracteriza al mexicano, esa envidia ciega que impide aprender de otras personas y culturas, lo único que he recibido es envidia porque “yo la tuve muy fácil y viví en el extranjero”, no la tuve nada fácil se los aseguro. Pero es triste que pueda contar las personas que me han preguntado sobre mi experiencia  en el extranjero con una mano. Creo que el día que podamos alegrarnos del éxito de los demás, será el día que empezaremos a crecer como nación.

Me sorprendió también, el hecho de que no habíamos cambiado. Si hemos avanzado como país y economía pero nosotros seguimos siendo los mismos. Esa actitud de que te voy a ver la cara antes de que tú me la veas a mí, el hacer todo chueco en los negocios, el no poder aceptar la ideología de los demás, el seguir sin respetar las reglas de tránsito, el ocupar el lugar de los minusválidos en los estacionamientos...

Pero no todo es negativo, las futuras generaciones me llenan de esperanza y me inspiran a confiar en un cambio, combatiendo ellos mismos la corrupción y la actitud de eso es lo que nos tocó vivir… Espero que podamos tomar estas nuevas generaciones como ejemplo y de una vez por todas aceptar que un país no cambia por su gobierno, si no por su gente, cambia por el respeto que nosotros podamos ejercer hacia las leyes y hacia los demás. 

He tratado de volver a sentirme mexicana, he comido todo lo que por 15 años no comí (razón por la cual he subido más de 10 kgs), he vuelto a leer libros mexicanos, me he sumergido en las noticias que mueven a nuestro país, etc... Pero quiero,  sin olvidar esos valores que aprendí en el extranjero, algún día volver a sentirme de "aquí".

Escrito por Gabriela Escandón para Caras de México. Para más información y otros artículos, entrevistas, videos, fotografías y eventos examinando la identidad mexicana, haz clic aquí.