Siempre que menciono la palabra “México”, se refleja una sonrisa en mi rostro. Esta sonrisa no es a la fuerza o falsa, es un sentimiento genuino que se expresa sin darse cuenta. Tal vez es porque a los 32 años estoy viviendo la vida que a muchos de mis compañeros les gustaría tener. Quizá estén ganando más libras esterlinas que yo, pero desde luego no van tan lejos… y no gozan de las mismas libertades que yo. La libertad en todos los sentidos de la palabra: La libertad de pasar horas al aire libre sin tener una multitud de capas de ropa o parafernalia, sin la preocupación de ominosas nubes de lluvia que arruinan el día, el smog que congestiona los pulmones o los elevados precios para las atracciones. Libertad para trabajar en horario flexible en un trabajo que me gusta, tomar largos almuerzos si lo deseo, pasar tiempo con mi hija y jamás perderme los acontecimientos importantes en su vida. Sin trayectos largos a bordo de un tubo monocromático hasta la oficina… ¡todo lo que ocupo son mis sandalias!
Sin embargo he encontrado algunas mentalidades alarmantes, especialmente la falta de responsabilidad individual y colectiva, pero creo que los resultados de las últimas elecciones han comenzado una tendencia en contra de esta apatía que va a ser muy difícil de romper. Algunos de mis amigos se apresuran a quejarse de la basura esparcida por la playa, pero nunca la recogerían ellos mismos. Si quieres un cambio, comienza por ti mismo. Estoy muy interesada en seguir la evolución del movimiento #YoSoy132 para ver hasta dónde puede llegar la juventud mexicana.
Otro cambio colectivo que me gustaría ver es la celebración del éxito. No me refiero a más certificados o premios, ya que hay demasiados, más bien, me refiero al reconocimiento de aquellos mexicanos que tienen éxito y no únicamente en el deporte, sino en los negocios, en la vida. México debería estar orgulloso del éxito de Carlos Slim y aprovechar el espíritu emprendedor que ha creado. Aquí es donde nuestras naciones se diferencian. Todavía es difícil para la sociedad mexicana aplaudir el éxito real, especialmente en términos monetarios. El deseo de ver convertido el éxito en errores y caídas, no es un rasgo exclusivamente mexicano, pero sin duda es muy importante aquí.
México lo está haciendo bien a nivel internacional. El PIB está creciendo, las exportaciones y el crecimiento y hay signos de una clase media emergente. Sin embargo, los mexicanos no se ven como un competidor real en el escenario mundial y eso es una lástima. Si analizas el canto que se usa durante los eventos deportivos “Sí se puede”, suena a una falta colectiva de confianza en la capacidad de México. es un canto para los desvalidos que desafían las probabilidades para ganar.
En cuanto a la identidad mexicana, diría que la comida juega un papel muy importante en la definición de lo que significa ser mexicano. Un gran número de platos nacionales y regionales de recorrer un largo camino para distinguir a México de sus vecinos. Y no estoy hablando de la versión acartonada del Tex-Mex; me refiero a las tortillas, al pozole, los tacos de cabeza, la panela, el jocoque, los sopes y las enchiladas con generosas porciones de salsa picante. No sólo la comida en sí, sino la ceremonia relacionada con la comida, la charla, las reuniones familiares, los ingredientes, los preparativos, los olores y los sabores. Todo esto hace que sea difícil para los mexicanos que viven en el extranjero sin estos ingredientes, y si lo hacen, lo hacen con dificultad y sueños de platos calientes hechos al vapor… Buena comida italiana, china y japonesa está disponible en cualquier parte del mundo, pero buena comida mexicana sólo está disponible aquí.
Escrito por Sarah Elengorn para Caras de México. Para leer más artículos analizando la identidad mexicana, haz clic aquí.