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Una mirada a la Alianza Transpacífica

El pasado lunes 5 de octubre de 2015, doce países del mundo (Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Estados Unidos y Vietnam) firmaron un acuerdo para formalizar la Alianza Transpacífica (TPP, por sus siglas en inglés).

Negociado durante los últimos 5 años, el TPP (que representa cerca del 40 % del comercio global) además de promover los más altos estándares de transparencia y anti-corrupción de la historia, incluye los compromisos laborales y ambientales más fuertes que cualquier otro acuerdo, promoviendo un internet abierto y reforzando las relaciones estratégicas tanto con los socios como con los aliados de la región.

Con esta alianza, de acuerdo con el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, “México fortalece su integración comercial con el mundo” y el Secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete, confirmó que se “atraerán inversiones directas que se traducirán en más y mejores plazas de trabajo” y que se “garantizará el acceso de productos mexicanos a 11 naciones, como Estados Unidos, el mercado más grande del mundo, además de que por su posición estratégica, México recibirá inversión directa productiva”.

Además, Ildefonso Guajardo Villarreal, Secretario de Economía, dijo que el TPP “abre nuevas oportunidades de negocio para el sector productivo nacional en seis mercados de Asia-Pacífico, considerada la región que registrará el mayor crecimiento económico durante los próximos 25 años”.

Sin embargo, expertos alrededor del mundo y los premios Nobel de Economía Joseph Stiglitz y Paul Krugman, se oponen a esta alianza por considerar que tiene el potencial para dañar ciertos aspectos de la calidad de vida tanto de los consumidores como de los ciudadanos.

Por ejemplo, señalan que el TPP contempla deshacerse de las regulaciones en materia de medio ambiente, seguridad, economía y salud. Por lo tanto, los consumidores (que no están negociando en la mesa), resultarían afectados.

Además, Stiglitz puntualiza que con este acuerdo, el acceso a los medicamentos genéricos sería aún más difícil. “Los pobres no serán capaces de costearlos y los seguros médicos se encarecerán… es decir, afectará a todos los grupos de la sociedad y ninguno de ellos está en la mesa, negociando”.

De la misma manera, para Krugman, el TPP no es realmente un acuerdo sobre libre comercio entre naciones. Aunque es verdad que algunos precios bajarían, la preocupación principal reside en que “es la propuesta que involucra el endurecer los derechos de propiedad intelectual en campos como la medicina y el cine”.

Solo en tiempo nos dirá si la Alianza Transpacífica termina por darle a nuestro país un verdadero crecimiento económico, una planta laboral sólida y si será verdad que México participará exitosamente en industrias donde es fuerte y competitivo por naturaleza.

Escrito para Caras de México por Jorge Chávez, Editor Senior en Mijo! Brands de México.

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