Artículos

tilde

¿Y el futuro?

La especie humana es soñadora por naturaleza. Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos visualizado nuestro futuro junto con los co-protagonistas (hijos, familia, amigos), escenarios (casa propia, viajes, buen trabajo) y la plataforma para lograrlo paulatinamente (un buen salario).

Luego despertamos del sueño y nos damos de topes ante la realidad en la que vivimos, porque por más que nos esforzamos en alcanzar esas metas, pareciera que nuestros mismos esfuerzos las ahuyentan hasta un nivel en el que son imposibles, siquiera, de rastrear y todo se queda en el baúl de los intentos.

Pero no. En general, no es que seamos mediocres o flojos, ni que nuestras ambiciones sean menos que las de los más afortunados. En parte se debe a quiénes manejan los hilos de la política, aunque en nuestra vida diaria sea un tema tabú en reuniones o un ente del que estamos tan asqueados que ya nos volvimos inmunes ante tanta porquería que sucede a plena luz del día y frente a nuestros propios ojos.

Por ejemplo, apenas 3 de cada 10 mexicanos entre 19 y 23 años tienen acceso a la educación superior y los pocos que terminan su carrera se enfrentan a una triste realidad: No hay trabajo. En México, tener una licenciatura no es sinónimo de tener un buen salario, ya que el sueldo promedio entre profesionistas es de $10 mil pesos al mes (en contraste con un senador que gana casi $2 millones de pesos al año).

Pero revisemos los números un poco: En teoría, de esos $10 mil pesos, $7 mil pesos se van directos a la canasta básica. Esta proporción es del 2013, por lo que aquí no se ven reflejados los nuevos impuestos de la Reforma Hacendaria. Entonces, ¿qué pasa con otros tipos de gastos como la luz, agua, renta o pago de hipoteca, calzado, vestido, diversión y/o atención médica?

Antes, los patrones ofrecían paquetes de compensaciones por encima de la ley como seguro de gastos médicos, vales de despensa, vales de gasolina, fondos de ahorro, auto, bonos de productividad o de puntualidad y ahora, es un lujo contar con las prestaciones mínimas de ley. ¿Por qué es tan difícil acceder a ellas en estos días? Por el incesante aumento de impuestos que emiten nuestros legisladores y que las empresas hacen frente recortando o eliminando otros rubros.

¿Es que acaso a la sociedad mexicana no le duele la corrupción, cinismo e impunidad que existe en todas las esferas que mueven a este país? ¿O la alta cifra de muertos y desaparecidos que sigue en aumento? ¿O el constante aumento de precios y los salarios cada vez más bajos? ¿O que somos nosotros los que pagamos el precio ante los bancos y empresas multinacionales que sólo aplauden a nuestro gobierno por las excelentes condiciones económicas que los hacen ganar muchísimo más dinero que en otras partes del mundo?

Aunque las redes sociales se han convertido en un mecanismo de comunicación que ya ha derrocado gobiernos, también las manifestaciones pacíficas pueden lograr un cambio. Lo que se necesita es apagar el fútbol o la novela y tener más interés en lo que sucede dentro de nuestro territorio. Hoy fueron los normalistas de Ayotzinapa, mañana podrían ser los compañeros de la escuela de tus hijos o ellos mismos y entonces, cuando la catástrofe inunde tu mundo, comenzarás a lamentar el desinterés general en el que estamos sumidos.

Entonces, lo que comenzara como un sueño poco a poco se va evaporando ante tus ojos y pareciera que tenemos una camisa de fuerza que nos impide despertar. Hoy es el momento ideal para hacerlo.

Escrito para Caras de México por Jorge Chávez, Editor Senior en Mijo! Brands de México.

Más artículos aquí.